Ser, hacer y preguntar
Reflexiones conjuntas sobre hacer hojas de vida, aplicar a 117 trabajos y repensarse en el proceso
María Isabel Giraldo y Camilo Vergara
Estas reflexiones son fruto de las conversaciones de dos ex-compañeros de trabajo, ahora amigos, que se cruzaron en su momento de emplearse. Es decir, uno ya iba saliendo después de meses de búsqueda, la otra apenas entraba muerta de miedo. Esas conversaciones sirvieron de mentoría, espejo y desahogo. Aquí nuestros aprendizajes iniciales.
De reiniciar la identidad a transformarla
El proceso de buscar trabajo es también una oportunidad para preguntarse sobre la propia identidad, para rebuscar en todas las esquinas de esa milenaria pregunta: quién soy yo.
Estamos tan acostumbrados a introducirnos automáticamente en escenarios personales y profesionales con la empresa donde trabajamos, el nombre de nuestro cargo, lo que estudiamos o algunas de nuestras funciones. Analista de. Asistente de. Auxiliar de. Asesor en. Consultor en. Director de. Gerente de. Tan acostumbrados que cuando esos títulos desaparecen, nos quedamos en blanco. ¿Cómo me presento? ¿Qué es lo que hago yo? Administro mi búsqueda de trabajo. Dedico mis horas a leer descripciones de cargos con expectativas irreales y pagos insuficientes. Luego reescribo mi historia de vida para que se parezca a ese ser que buscan, para que cuadre en el molde; me invento un nuevo yo que articula actores, tiene excelentes habilidades de comunicación, y maneja presupuestos a la perfección. PUM. Nueva personalidad. New application, new me.
Qué agotador es para la identidad reiniciarse todos los días. Y hacerlo para otros. Es una identidad que grita “mírame, soy perfecta para ti. Me necesitas”.
Y pues, para eso, amigos, no es la identidad.
La identidad - o las identidades - son para ser y ya. Son nuestro vehículo para expresarnos en el mundo, relacionarnos con otros, vivir la vida en plenitud, desarrollando nuestras capacidades para servir a un propósito.
Tuve que recordarme una y otra vez, a través de este proceso, que no estoy reiniciando mi identidad con cada nueva cv que mando. Y que lo que soy - esa mezcla de historia, decisiones, relaciones y sueños - es infinitamente valioso. Lo que soy no está a la venta en LinkedIn. Lo que soy está a salvo, aunque siempre se transforma, pero no puede ser destruído por un rechazo o una aceptación de un potencial empleador.
Ahora…
El proceso también me obligó a descubrir qué era eso que soy, para poder protegerlo. Y, en ese descubrimiento, pude también poner en palabras lo que es valioso en mí que quiero poner al servicio del mundo. Porque, finalmente, para eso busco un trabajo. No busco trabajo (solo) porque es lo que hay que hacer, porque necesito comer, porque es la inercia de la vida. Busco trabajo - y no cualquier trabajo - sino un trabajo que me permita expresar esa identidad preciosa, llevarla a su máximo potencial, transformarla en el encuentro con un oficio, un equipo y un ecosistema. Y permitirle dar fruto en el mundo, al mundo. Y, en ese movimiento, ser más quien soy, ser también nuevas cosas, descubrirme en el hacer.
Suena parecido, pero el orden hace que sea totalmente distinto. No permití que la búsqueda, sus altos y bajos, definiera mi valor. Yo, a través de la búsqueda, reafirmé ese valor, aprendí más sobre mí, y me preparé para, en el nuevo hacer que se viene, expresar, transformar y potenciar mi identidad.
Cultivar la inquietud infinita
Este es un proceso que toma tiempo, no es solo seguir una serie de pasos. Requiere reflexión y acción paralelas. Pensarnos y actuar. Hacernos las preguntas correctas, difíciles, complejas. Esas que dan miedo y también emocionan por las posibilidades que pueden activar.
Pero, ¿De dónde salen esas preguntas? ¿Cómo encontrar caminos de autorreflexión cuando hemos estado más acostumbrados a pensar en modo respuesta, en lugar de en modo pregunta?
En algunos casos las formas como hemos sido educados, criados e incluso la influencia del inconsciente colectivo - que creemos no tiene nada que ver con nosotros - han erosionado en algún grado nuestro sentido de curiosidad y la naturaleza de cuestionarnos y relacionarnos con el mundo desde el no saber, desde la pregunta.
Llevamos tantos años siendo presionados a contestar y a reaccionar ante el “deber ser”, que filosofar queda archivado en el rincón más empolvado de la bodega de nuestra vida. Esta presión está muy conectada a paradigmas de éxito que vienen casi siempre desde afuera, que no necesariamente están relacionados con nuestros valores e identidades y que, a nivel profesional-laboral, están representados en el estar ocupados y la ansiedad colectiva que trae el paradigma del rendimiento, el síndrome de la agenda llena.
Esta aproximación nos lleva a vivir vidas afanadas, vidas ruidosas en las que se nos olvida parar a contemplar, parar en silencio, parar a preguntar. Este afán nos arrebata la capacidad de elegir, que emerge cuando cuestionamos, cuando no damos nada por sentado.
La buena noticia es que hay alternativas para cultivar la inquietud infinita, y la no tan buena es que no es un camino fácil. ¿La razón? Necesita autodescubrimiento - volvemos a las identidades - y darnos el permiso de atravesar por nuestro cuerpo las emociones que implica el no saber. La incertidumbre que traen los cambios, los movimientos y la búsqueda laboral traen esto, nos ayudan a ir recuperando poco a poco esa capacidad de preguntarnos, siempre y cuando habitemos el miedo, la tristeza, la rabia, la alegría y el amor propio. Habrá 10 mil síndromes del impostor por desmontar, pero el reconocimiento de sí mismo y la reconexión con nuestras identidades nos acompañarán en incorporar aprendizajes y recordar lo completos que somos.
Disclaimer - no importa cuál sea tu rol hoy, te aseguramos que pasarás por esto. Incluso aplica para los emprendedores que creemos que tienen algún tipo de superpoder que los hace inmunes a la vida emocional - jeje. Aquí aparece, de nuevo, el inconsciente colectivo diciendo que en el mundo del emprendimiento no está bien la vulnerabilidad.
En mi caso pasaron 6 meses y 117 aplicaciones seleccionadas con pinzas. Fueron 117 organizaciones en las que podía expresar mi identidad, en las que sentía una conexión que estaba más allá de trabajar por trabajar. Pero más que eso, fueron ese más de un centenar de posibilidades para volver a mis orígenes, para aprender sobre mí, para enseñarme a confiar en los procesos y para estar al servicio del mundo desde lo que soy, no desde lo que otros quieren que sea.
Esta semana en De Dos en Dos…
Para Juanse, ser presidente se volvió, desde tercero de primaria, en una meta fija. Hasta que fue a terapia y se dio cuenta de que tal vez no tenía que ser presidente. Y surgió la pregunta. ¿Entonces, qué quiero ser? Hablamos de que la respuesta se descubre haciendo. "Tener que" ser alguien o hacer algo en la vida puede dañar nuestras motivaciones para construir metas. Conversamos sobre el privilegio, las responsabilidades que de él se derivan, y sobre cómo nombrar los sueños. La sana ambición debería ser que, en el día a día, nuestro quehacer nos traiga sentido y placer; dejar de vivir buscando medallas y empezar a vivir lo cotidiano. Exploramos las tensiones entre vivir el presente sin expectativas y tener grandes sueños; entre perseguirlos a toda costa y respectar nuestros no negociables; entre trabajar desde el sueño o desde el gusto.
Recomendaciones de la semana
Porque nos encantan las tensiones, y justo esta tensión surgió en la conversación con Juanse, luego de escribir sobre descubrir mi identidad desligándome de lo que piensan los demás, recordé un poema de Octavio Paz sobre cómo, paradójicamente, sí necesito de otros para pensarme.
Piedra de sol
Octavio Paz
(...) ¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?…
nunca la vida es nuestra, es de los otros…
¿todos somos la vida?
pan de sol para los otros,
¿los otros todos que nosotros somos?,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser, he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros…